Solamente aquellos que nos dedicamos a esta labor, conocemos a la perfección el continuo e ininterrumpido goteo de pensamientos profesionales que nos acompaña en nuestro día a día. Tan incesante es que incluso nos persiste en las horas de sueño y descanso, y en las cuales el problema se hace más visible si cabe.
En efecto, quién de nosotros no se ha desvelado con motivo de un plazo procesal que se agota, de una vista oral que se acerca, o simplemente, con motivo de las dudas existentes sobre la idoneidad o no, de una acción judicial que se desea ejercitar. Y ello por no hablar de la presión que genera la continua exposición a llamadas, mensajes, y emails, sin “derecho” a descanso.
Pues bien, muchos colegios profesionales ya están tomando nota de esta situación, siendo buen ejemplo el de Madrid, al que se refiere la noticia que adjuntamos:
En síntesis, manifiesta este estudio encargado por el Colegio de Abogados de Madrid (ICAM) que el 60% de los abogados padece ansiedad; y casi la mitad, depresión.
Con estas cifras, quizás haya llegado el momento de abrir un debate que se hace indispensable, y comenzar a adoptar desde todos los estamentos implicados, medidas que reviertan en la calidad de vida de cuantos nos dedicamos a esta profesión. Además, a nuestro humilde entender, un mayor grado de satisfacción profesional de los letrados tendría consecuencias muy beneficiosas para nuestros clientes.