Estimados seguidores y clientes.
Un año más deseamos lanzar nuestra humilde pero siempre sincera felicitación navideña. En este caso, será una felicitación especial, de las que duelen, pero también consuelan, y que también nos obligan a redistribuir una jerarquía que los abogados y personas del mundillo jurídico no siempre terminamos de comprender, cual es la diferencia entre lo urgente, lo importante, y lo vital.
Este año nuestro mensaje navideño mira al cielo donde ya se encuentran algunas de esas estrellas que brillaron sin afán de protagonismo, pero que nunca dejarán de ser visibles, de esas cuya luz sabes que será eterna e infinita por aquello que transmitieron hasta el último momento. Nos acordaremos mucho de ellos.
Sus partidas nos llevan a la otra cara de la moneda, la positiva, la de disfrutar de los que afortunadamente sí siguen con nosotros, de los que han superado adversidades -este año, entre familiares y amigos, muchos- y que felizmente nos seguirán acompañando un año más y en estas fiestas. Esto, sin duda, es un enorme motivo de celebración.
Y es que todo este frenesí nos recuerda lo efímeros y frágiles que somos, lo que nos hace distintos y más humanos. De esta manera, el que no siente y no se emociona (aunque sea a su manera) no podrá jamás distinguir entre lo urgente, lo importante y lo vital.
En nuestro caso preferimos hablar de Navidad, más que de navidades, no tanto por darle fuerza al criterio etimológico e histórico de la palabra, sino porque el plural se confunde con la abundancia, la costumbre, la rutina, así como lo infinito e inagotable; y eso, como queda evidenciado en nuestro mensaje subliminal, no es para nada real.
La Navidad es una, es la que llega ahora, la que hay que disfrutar con quienes queremos y están, y con el recuerdo de lo que ya partieron pero que siempre querremos. Por tanto, disfrutemos el momento, riamos a carcajadas, dialoguemos, intercambiemos ideas, compartamos, brindemos e ilusionémonos.
En nuestro caso gran parte de lo que rodea a las fiestas está vinculado a un pequeño ser que siempre se constituye como la brújula a seguir, pues sin duda, su felicidad será la felicidad de todos. Imaginemos que así ocurre en todas y cada una de las familias, donde los peques son quienes iluminan y hacen brillar todo lo que llamamos Navidad.
De momento, lo dejamos aquí, y seguiremos mirando al cielo…
Felices fiestas y MUCHA SALUD para 2026. Hasta la vuelta (retornamos el 7 de enero de 2026).
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