A menudo escuchamos a personas que dicen: “yo
tengo un abogado buenísimo, me ganó el juicio……”
De lo anterior surgen una serie
de cuestiones que dan para mucho debate:
¿Un abogado es bueno sólo por ganar un
determinado juicio?¿Un abogado es malo si no gana un determinado juicio?¿Puede
un abogado ganar y perder juicios?¿qué es un abogado bueno?
Empezando por la
última cuestión en nuestro despacho tenemos una máxima, no hay abogados buenos
ni malos, lo que hay son abogados que se trabajan los asuntos y los estudian
con detalle, y aquellos que no lo hacen. Tanto unos como otros pueden ganar y
perder juicios, pero desde luego nosotros, siendo clientes, estaríamos más
tranquilos dejando nuestros asuntos en manos de los primeros.Como es lógico, a
mayor estudio se haga de un caso, y más se prepare el juicio, más opciones habrá
de obtener un resultado positivo. En esa preparación tiene una gran importancia
los escritos previos al juicio (demanda, querella, contestación, escrito de
acusación, escrito de defensa, etc, etc. Sin embargo, pese a todo, nunca se
puede garantizar un resultado positivo al 100%.
Para obtener una victoria en un
juicio se tienen que dar una serie de elementos: en este sentido, es indispensable
que el abogado haya realizado un buen trabajo, pero además, es necesario que
otros elementos incontrolables para el abogado nos beneficien.
Por ejemplo, el
abogado puede seleccionar para la vista a los testigos que considere que van a
ser de más ayuda, pero una vez en juicio, estos nos pueden fallar, ya sea
porque los nervios les pueden, ya sea porque no se expresan adecuadamente, o
incluso, porque a la hora de la verdad no está dispuestos a quedar mal ante la
otra parte, que en muchos casos es conocida para ellos. Por tanto, el elemento “testigos”
es algo incontrolable, se puede prever su comportamiento, más o menos, pero
nunca tendremos un control absoluto sobre éste.
Otro elemento que no se puede
controlar es del letrado contrario, el otro abogado también pleitea, también ha
trabajado el asunto, también tiene sus armas en forma de pruebas, y
evidentemente, será más difícil obtener una victoria en un pleito teniendo
delante a un abogado que se ha trabajado el asunto tanto como nosotros, que
tener a uno que ha dejado más espacio a la improvisación.
Por último, el juez,
es la persona que finalmente decide sobre un juicio, tiene su propia visión del
asunto, y por tanto, por mucho que argumentemos a nuestro favor, y por muchas
pruebas que aportemos, si el juez ya tiene una opinión preconcebida en uno u
otro sentido, muy difícil será que podamos torcer esa idea inicial de quien
juzga.
Y es aquí donde enlazamos con el principio de la publicación; los
asuntos que los clientes nos encomiendan, ya de por sí, pueden tener más
posibilidades de victoria o menos, y es que en un pleito siempre hay una parte
que está en una situación de mejor derecho, y que tiene la ley o la
jurisprudencia más de su lado que la otra.
De esta manera, ciertamente es obligación
del abogado comunicarle a su cliente los pros y contras de iniciar una
actuación judicial, así como darle una visión realista y objetiva de las
opciones de obtener la victoria en el juicio. Quien no haga esto, y prometa la
victoria de un pleito de forma previa será un ilusionista, lo cual es algo muy
negativo para un abogado que pretenda tener una buena reputación.
Por otra
parte, es imprescindible hacerle saber al cliente que no somos magos, somos
abogados, no tenemos una varita mágica que nos permite convertir los pleitos en
victorias. En conclusión, son
muchos los factores que intervienen en un procedimiento o proceso
judicial, por ello, nunca se puede asegurar la victoria, pero sí se puede GARANTIZAR
TRABAJO.
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