viernes, 14 de marzo de 2014

Reflexiones de un abogado actual….


“Hubo un tiempo donde los abogados eran hombres de negocios, en ocasiones sin escrúpulos, con una gran masa social y capital orbitando a su alrededor, épocas en las que impulsaban asuntos profesionales de gran trascendencia económica…tiempos en los que cobraban millonadas por los asuntos que dirigían…
Quizás así ocurriera durante décadas, cuando los abogados ejercientes casi se contaban con los dedos de una mano y la competencia era casi inexistente. Hoy en día no suele ocurrir esto, los abogados somos personas humildes y trabajadoras con las mismas dificultades económicas que Usted, que dirigimos con dedicación, ilusión y mimo cada asunto que se nos atribuye. Cobramos minutas terrenales, adaptadas a los tiempos que corren y perfectamente asumibles por los clientes. No tenemos ni otros trabajos ni otros negocios, vivimos o intentamos vivir exclusivamente de la abogacía, una profesión en la que vendemos un producto.
Ese producto no es exclusivamente hacer escritos, es asesorar, es responder consultas, es ofrecer la mejor estrategia jurídica, es supervisar documentos, es asistir a juicios, es negociar con terceros, es representar legalmente a nuestros clientes, todo esto y mucho más constituye nuestro producto.
 Para poder venderlo, hemos tenido que trabajar muy duro, formarnos, hacer una carrera universitaria, realizar cursos y Masters para desarrollar e incrementar nuestros conocimientos iniciales, asumir un gasto de dinero importante mientras adquirimos experiencia y ganamos clientes.
Nadie nos ha regalado nada, sólo el trabajo y sufrimiento diario hace que estemos donde estamos; por todo ello y mucho más, solicitamos comprensión y respeto, el mismo que han adquirido –mientras muchos de nuestro gremio lo perdían- otros profesionales liberales.
No hacemos milagros, ni tampoco podemos garantizar resultados, sólo podemos asegurar trabajo, sacrificio e ilusión en cada asunto que se nos encomienda, y siempre buscando una solución beneficiosa para nuestros clientes. Evidentemente, al igual que ocurre en cualquier otra profesión o puesto de trabajo, esa labor cuidadosa y responsable, debe ser retribuida porque vivimos de esto, no es un hobby no, es una profesión, que amamos sí, pero que también supone nuestro sustento diario…”

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