lunes, 20 de enero de 2014

“Una cosa no es justa por el hecho de ser ley, debe ser ley porque es justa.”- Montesquieu.


Extraordinaria frase la que nos dejó Montesquieu. Este hombre nacido en Francia (La Brède, Burdeos, 1689 - París, 1755), lo tenía muy claro, el contenido de las leyes debía ser justo.

Montesquieu fue uno de los grandes en la época de la “Ilustración”; era filósofo, jurista y pensador, se le conoce por ser la persona que implantó la“división de poderes” como un instrumento para la democratización de los estados,  y garantía en favor de la libertad.

Sin embargo, en la actualidad, con cada vez mayor habitualidad, los ciudadanos soportamos leyes que poco tienen que ver con la Justicia, entendida como principio básico en las relaciones entre los seres humanos. Por si esto fuera poco, también estamos siendo testigos de como la división de poderes que promovió Montesquieu, cada vez tiene menos aplicación práctica. Y es que los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial poco tienen de independientes.

Y es que ante estas situaciones, surgen diferentes preguntas: ¿Es lo mismo Ley y Justicia? ¿es posible que un derecho justo sea un derecho eficaz? ¿Es utópico pensar en un país con una división de poderes absoluta? ¿Sirve la Ley al hombre o el hombre a la Ley? La reflexión está servida…

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