miércoles, 25 de noviembre de 2015

La TRANSPARENCIA con su cliente debe ser un valor esencial en todo aquel que aspire a ser un buen abogado.

Para empezar esta publicación, se ha de recordar que el contrato que vincula a cliente y letrado no es un contrato de obra (de resultado), sino un contrato de servicios, en el cual el abogado pone a disposición de su cliente sus conocimientos jurídicos para tratarle de ayudar en determinadas situaciones de mayor o menor complejidad, sin que se pueda garantizar un resultado.

La transparencia del abogado para con su cliente debe hacerse efectiva desde un primer momento. Esto es, desde que el cliente le aporta toda la información sobre su caso, y le facilita la documentación referente al mismo. En este momento es conveniente que el abogado haga un primer diagnóstico del caso, evaluando su viabilidad, y haciéndole saber al cliente las probabilidades de éxito que tiene su asunto. Esto es algo complejo porque como ya hemos expresado en alguna publicación anterior, los letrados no somos adivinos, y por ende, nunca debemos asegurar resultados. Recordemos lo dispuesto en: 

http://moronsainzezquerra.blogspot.com.es/2015/09/no-somos-magos-somos-abogados-en-casos.html

De esta manera, de lo que se trata no es de calcular –puesto que es imposible- las probabilidades exactas de éxito, sino de estimar en base a los propios conocimientos, y a la experiencia existente en asuntos precedentes similares, si el caso concreto puede ser defendido con solvencia y con cierto margen de esperanza ante las instancias judiciales.

Desde luego, un asunto que no sea viable nunca se puede llevar adelante, por mucho beneficio económico que se pudiese obtener. Esto supondría “estafar” al cliente. Sin embargo, hay asuntos que no siendo a priori favorables, sí que hay relativas posibilidades, o ciertos elementos que pueden darnos argumentos suficientes como para entender que deben impulsarse judicialmente.

El abogado, por tanto, debe tener la suficiente madurez, profesionalidad, y transparencia, para asesorar e informar de forma completa a los clientes sobre el previsible éxito, o fracaso, de llevar a cabo determinada actuación. Dándole esa información completa, el letrado está cumpliendo rigurosamente con su deberes deontológicos, y nuestro patrocinado será quien finalmente tenga la última palabra para emprender o no las acciones judiciales pertinentes.

Como hemos ido explicando, la transparencia comienza con un adecuado diagnóstico del caso, pero ésta debe mantenerse, también, a lo largo de todo el procedimiento. Esto supone cumplir con numerosas exigencias que detallamos a continuación:

- Hacer un buen diagnóstico del asunto y trasladarle una información completa al cliente de las posibilidades de éxito o fracaso del caso.

- Facilitarle previamente los costes que le va a conllevar la actuación. En este sentido hay que informar al cliente de nuestros honorarios exactos, y de los costes de procurador, tasas judiciales si las hubiera, y algo que muchas veces se obvia, las costas en caso de que el juzgado de la razón a la parte contraria. Nuestro representado debe conocer todos estos elementos antes de comenzar las actuaciones.

- Informar al cliente adecuadamente sobre las actuaciones concretas que llevaremos a cabo, tanto de forma previa a la vía judicial como ya dentro de ésta. 

- En el acuerdo, hoja de encargo, o contrato en el que el cliente nos otorgue su confianza y nos autorice a comenzar las actuaciones debe recogerse los dos puntos anteriores.

- Una vez comenzadas las actuaciones, el letrado debe informar al cliente de cada paso que se vaya dando, éste debe conocer en todo momento en qué estado se hallan las actuaciones. De la misma forma, se le debe dar acceso a toda la documentación que se vaya presentando, así como a aquella que el juzgado o la parte contraria dirija al abogado.Por supuesto, se le debe informar de manera detallada, y en el menor tiempo posible –una vez lo conozcamos- del resultado que han tenido las actuaciones, sin esconder nada, tanto si la resolución del asunto o sentencia en su caso, ha sido favorable, como si ha sido contraria a sus intereses.

Y es que sin lugar a dudas, y por la experiencia adquirida en nuestros años de despacho, la transparencia es una de las cualidades que más valoran los clientes. Y es que no olvidemos, tal y como se manifestaba al principio de esta publicación, que el nexo letrado-cliente es una relación de confianza, en este sentido, somos la representación del cliente, somos su extensión, somos la persona que en su nombre tratará de resolver sus problemas jurídicos, y por tanto, faltando o desvirtuándose esta transparencia, se desmoronará la referida relación de confianza.


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