martes, 8 de septiembre de 2015

No somos magos, somos abogados…. En casos contados, por desgracia, ilusionistas.

A menudo escuchamos a personas que dicen: “yo tengo un abogado buenísimo, me ganó el juicio……”

De lo anterior surgen una serie de cuestiones que dan para mucho debate:

¿Un abogado es bueno sólo por ganar un determinado juicio?¿Un abogado es malo si no gana un determinado juicio?¿Puede un abogado ganar y perder juicios?¿qué es un abogado bueno?

Empezando por la última cuestión en nuestro despacho tenemos una máxima, no hay abogados buenos ni malos, lo que hay son abogados que se trabajan los asuntos y los estudian con detalle, y aquellos que no lo hacen. Tanto unos como otros pueden ganar y perder juicios, pero desde luego nosotros, siendo clientes, estaríamos más tranquilos dejando nuestros asuntos en manos de los primeros.Como es lógico, a mayor estudio se haga de un caso, y más se prepare el juicio, más opciones habrá de obtener un resultado positivo. En esa preparación tiene una gran importancia los escritos previos al juicio (demanda, querella, contestación, escrito de acusación, escrito de defensa, etc, etc. Sin embargo, pese a todo, nunca se puede garantizar un resultado positivo al 100%.

 Para obtener una victoria en un juicio se tienen que dar una serie de elementos: en este sentido, es indispensable que el abogado haya realizado un buen trabajo, pero además, es necesario que otros elementos incontrolables para el abogado nos beneficien.

Por ejemplo, el abogado puede seleccionar para la vista a los testigos que considere que van a ser de más ayuda, pero una vez en juicio, estos nos pueden fallar, ya sea porque los nervios les pueden, ya sea porque no se expresan adecuadamente, o incluso, porque a la hora de la verdad no está dispuestos a quedar mal ante la otra parte, que en muchos casos es conocida para ellos. Por tanto, el elemento “testigos” es algo incontrolable, se puede prever su comportamiento, más o menos, pero nunca tendremos un control absoluto sobre éste. 

Otro elemento que no se puede controlar es del letrado contrario, el otro abogado también pleitea, también ha trabajado el asunto, también tiene sus armas en forma de pruebas, y evidentemente, será más difícil obtener una victoria en un pleito teniendo delante a un abogado que se ha trabajado el asunto tanto como nosotros, que tener a uno que ha dejado más espacio a la improvisación.

Por último, el juez, es la persona que finalmente decide sobre un juicio, tiene su propia visión del asunto, y por tanto, por mucho que argumentemos a nuestro favor, y por muchas pruebas que aportemos, si el juez ya tiene una opinión preconcebida en uno u otro sentido, muy difícil será que podamos torcer esa idea inicial de quien juzga. 

Y es aquí donde enlazamos con el principio de la publicación; los asuntos que los clientes nos encomiendan, ya de por sí, pueden tener más posibilidades de victoria o menos, y es que en un pleito siempre hay una parte que está en una situación de mejor derecho, y que tiene la ley o la jurisprudencia más de su lado que la otra. 

De esta manera, ciertamente es obligación del abogado comunicarle a su cliente los pros y contras de iniciar una actuación judicial, así como darle una visión realista y objetiva de las opciones de obtener la victoria en el juicio. Quien no haga esto, y prometa la victoria de un pleito de forma previa será un ilusionista, lo cual es algo muy negativo para un abogado que pretenda tener una buena reputación.

Por otra parte, es imprescindible hacerle saber al cliente que no somos magos, somos abogados, no tenemos una varita mágica que nos permite convertir los pleitos en victorias. En conclusión, son muchos los factores que intervienen en un procedimiento o proceso judicial, por ello, nunca se puede asegurar la victoria, pero sí se puede GARANTIZAR TRABAJO.


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