martes, 22 de septiembre de 2020

Recientemente nos han dejado dos de los grandes juristas de nuestro tiempo: D.E.P Don José María Sainz-Ezquerra Méndez y Don Manuel Morón Palomino

 

Abrumados…intuíamos, pero no imaginábamos hasta qué niveles llegaba el respeto y admiración que se le tenía a Don José María Sainz-Ezquerra Foces. Por desgracia hemos llegado a comprender esta situación con su fallecimiento el día 15 de septiembre de 2020. 

Profesor, investigador y Doctor en Derecho Romano, impartió su docencia en la Universidad de La Laguna (aunque realizó su carrera en la Facultad de Oviedo). También estuvo a la altura, durante algunos años como abogado junto a su queridísimo, también por nosotros, Don Manuel Morón Palomino. Otro de los "grandes" al que también dedicaremos unas sinceras palabras por su reciente fallecimiento. 

Respecto a Don José María, no hablamos de cualquiera, nos referimos a una persona de la cual propios y extraños cuentan maravillas. Sus alumnos lo adoraban, profesor a la antigua, de traje y corbata, apariencia distante y semblante engañosamente serio. Sin embargo, era una impresión falsa, pues bastaban unos segundos de interlocución para que sus pupilos se dieran cuenta de que se encontraban frente a una persona humilde, cercana, con una gran pedagogía y enormes dotes para enseñar; y siempre, siempre dispuesta a ofrecer buenos consejos. 

Mención especial merece su erudición, no en vano, Don José María era considerado por sus colegas de profesión, y juristas de reconocido prestigio como uno de los mejores “romanistas” de España; para algunos, incluso de Europa, donde consiguió que muchos de sus artículos y estudios fueran publicados en algunas de las mejores revistas de derecho del viejo continente.

Hubo algo que siempre se le negó en el mundo académico, muchos sabrán la historia…en un claro ejemplo de que en la vida los merecimientos no siempre van en paralelo a los logros, especialmente si dependen de otros. Sin embargo, él nunca quiso hacer polémica con ello, pues tenía el mayor premio que puede albergar un profesor, la admiración casi platónica de sus alumnos, y de igual modo de sus compañeros.

Respecto a su enorme cultura y sabiduría, debemos destacar que nunca la utilizó como arma arrojadiza para intentar menospreciar, al contrario, se dedicó a compartirla sin incomodar a nadie, y por esa razón, todo el mundo disfrutaba escuchándole con atención y permaneciendo a su lado, simplemente por aprender…

Hablamos de una persona con magnetismo, que arrastró a tanta gente a “su terreno” que pocos o ningún enemigo tenía; todo lo contrario, amigos y más amigos. Sin duda, estábamos ante un caballero de otra época…una persona extraordinaria y un verdadero ejemplo a seguir para todo aquel que aspirase a ser un buen ser humano con todo lo que ello significa.

Ya para acabar, se nos olvida un “pequeño detalle”, esta enorme persona era, además, nuestro padre. El mejor que jamás hayamos podido tener, y su legado siempre estará con nosotros, tal y como él deseaba, en forma de valores, principios e integridad personal. Así las cosas, como ocurre con las personas excepcionales, su luz se aleja, pero no desaparece, seguirá brillando eternamente.

En nombre nuestro y el resto de su familia, muchas gracias a todos aquellos que nos habéis emocionado con vuestros mensajes, llamadas, y muestras de cariño y afecto. Agradecidos a la familia, amigos, alumnos, compañeros, clientes, conocidos, e instituciones (Facultad de Derecho, Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife) que nos han emocionado tanto en estos días.

¡Descansa en paz papi, te queremos mucho! 

Por su parte, de Don Manuel Morón Palomino qué decir, nacido en Sevilla, también eligió nuestra isla, él era otro de los grandes, de la vieja escuela; Doctor en Derecho (Premio Extraordinario), Catedrático de Derecho Procesal, Ex Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Laguna, Académico correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, Medalla al mérito en el servicio de la Abogacía Española, Cruz distinguida de 1ª Clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort y autor de numerosas publicaciones. 

Asimismo fue en su día el letrado director del despacho donde en su día comenzamos nuestra actividad, sin embargo, el salto generacional y su retirada nos hizo seguir caminos separados. No obstante, para nosotros, “Manolo” ha sido la persona que nos abrió las puertas de su despacho, permitiéndonos tener el honor de ser sus compañeros; su afecto, estima, y constante respaldo nos permitieron ejercer la abogacía. Quizás fuese la primera persona que sin reparos nos animó a iniciarnos en el turno de oficio para coger “galones” judiciales, un aprendizaje que sin duda alguna nos ha servido muy y mucho para curtirnos en un mundo tan bonito pero complicado como es el de la abogacía, y al que seguimos dedicados en el ámbito privado y de la asistencia jurídica gratuita (turno de oficio). 

Por desgracia, Don Manuel también nos ha dejado hace pocos meses, por lo que enviamos nuestras más calurosas y sinceras condolencias a su familia y entorno…una gran pérdida en lo personal y profesional. D.E.P queridísimo compañero y maestro.

Allí donde esté nuestro padre y Manolo, seguro que están teniendo agradables, y doctas charlas sobre derecho, y sobre la vida en general, tal y como cada día acaecía en ese honorable despacho sito en la Calle El Pilar, en Santa Cruz de Tenerife.